Yosanalis Torres Hernández

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Luego de una semana llena de aprendizaje, decidí culminar ayer domingo con una obra de teatro. Visité el Ateneo Puertorriqueño para disfrutar de la puesta en escena de la obra Bruja de Dios, del Prof. Roberto Ramos Perea. Me parece que luego de haber asistido a dos talleres y un simposio durante la última semana me quedé con la magia de los apuntes y las anotaciones para luego re-pensar lo aprendido. Para mí cualquier tipo de actividad humana es motivo de aprendizaje, todo lo que somos, decimos, compartimos y recibimos se enmarca dentro de la acción de aprender. 

Sentada frente al escenario se me ocurrió, escribir [en un 'draft' de mi teléfono móvil] las frases que más me impactaban durante la obra, cosa que solo se nos ocurre cuando lo que atendemos es interesante. 

Estas frases que anotaba en mi celular, porque la luz del celular me permite ver, además que para mí uso y costumbre es lo más cómodo y accesible, se convirtieron en mi razón de realizar este 'post'. 

Para mí sorpresa al salir de la obra (4) cuatro horas después (si fue muy larga, pero excelente), me monto en el vehículo (yo no estaba conduciendo) y me pongo a leer un reportaje en la revista Escena Boricua (año 2, número 5, sept. 2010), que se distribuye de forma gratuita en el Ateneo. En la revista leo el primer escrito (página 5) de su editor y redactor Javier O. del Valle, el título de su descarga, "Texteo" Móvil, Nuevo enemigo del teatro. De más está decirles que yo había utilizado (como siempre) mi teléfono durante la excelente puesta en escena y me sentí más que intrigada por el título y contenido de esta página. Luego de leerlo, entendí la válidez del mensaje que se pretende transmitir con el escrito, hasta que en el último párrafo leí una descarga innecesaria para el lector, un insulto innecesario para quien le da la gana de pagar para ver una obra de teatro y es libre de hacer con su tiempo en la silla lo que quiera, siempre y cuando no interrumpa,  ni vaya en contra de los derechos civiles de los que allí se encuentran. El arte se disfruta de diversas formas, el aprendizaje no es estrictamente de la forma que algunos quieren y las formas de actuar no son exclusivas de los que pretenden controlar cada una de las situaciones del diario vivir. Si bien es cierto que muchas de las alegaciones en el escrito vienen en efecto por una forma de concienzar, también es muy cierto que culminar diciendo:

"Hay que ser imbécil como para pagar el costo de los boletos, reservar la noche, gastar en gasolina y en estacionamiento, y dedicar la velada a escribirse con alguien". 

Yo respondería a esto:

 "Hay que ser impropio e intolerante para culminar sus escritos con semejante pensamiento anti-libertad de pensamiento, acto y modalidad". ¿Será que acaso eso fue lo único que a usted le pasó por la mente? Sabrá este caballero, que los teléfonos móviles (sobre todos los inteligentes) tienen otras funciones que a ustedes y sus obras les favorecen, convienen y deberían tener apertura. Sabrá Dios, cuántos de estos imbéciles ponen fotos de las obras en Twitter, Facebook... sabrá Dios cuántos de estos imbéciles, de forma instántanea escribe 140 carácteres que favorecen la puesta en escena, sabrá Dios cuántos de esos imbéciles se están comportando de forma natural, porque para está generación el 'texteo' es natural, sabrá Dios cuántos de esos imbéciles texteaban en favor de la obra, sabrá Dios cuántos de esos imbéciles expresaban su satisfacción a través de este inmediato medio de comunicación, sabrá Dios si realmente estaban perdiendo el tiempo texteando y no atendiendo y/o simplemente se expresaban sobre las emociones que los actores y actrices estaban transmitiendo.

Aunque la mayoría de las cosas que el editor escribió son muy ciertas, terminar con insultos un escrito como este, solo creó en mí, la certeza que definitivamente nos equivocamos cuando creemos que los sabemos todo. Estas son las típicas 'cantaletas' generacionales, por las que los jóvenes que crecen con el texteo como algo natural, comienzan a ignorar los mensajes. Simplemente escriba y publique con respeto, permitale a las personas decidir si pierden el tiempo o no. Agradezcamos una sala de teatro llena a capacidad y recapacité para que entienda que el insulto puede ser su propio enemigo.