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Díme cómo te llamas y te diré cómo eres

By 4:36 PM

Díme cómo te llamas y te diré cómo eres http://ow.ly/3ntMP
Estilos de vida

Descaros

Romeo Mareo 

10 Diciembre 2010

Díme cómo te llamas y te diré cómo eres


Mi pana Rodrigo siempre sentía una palpitación especial en su corazón cada vez que, al guiar su carro, sorprendía a la conductora de al lado cantando a mandíbula batiente con los cristales cerrados y el radio o el CD player a todo volumen.
Su reacción habitual, cada vez que le pasaba eso, era tratar de hacerle alguna señita a la muchachona de marras, quien casi nunca se percataba de él y de inmediato seguía su rumbo motorizado pendiente de su melodía.
Pero días atrás, aprovechando la circunstancia particular de que los dos carros quedaron hombro con hombro frente a una luz roja, la muchacha no tan sólo lo vio, sino que hasta procedió a descorrer el vidrio de su ventana.
Era una chica bonita, de apariencia simpática, y ni siquiera el que estuviera cantando una pieza de los Jonas Brothers desalentó el impulso coquetón de Rodrigo, quien, exhibiendo su sonrisa de galán de telenovela barata, se atrevió a pedirle de carro a carro su número de teléfono “para invitarte a escuchar música de verdad en algún lado”.
Sin inmutarse, la muchacha, una chica moderna a más no poder, le berreó los siete dígitos...
Pero entonces le gritó su nombre.
Luego de escucharlo, y de pedirle par de veces que lo repitiera, Rodrigo se dio por vencido, borró los números que había venido grabando en su celular, apretó el acelerador y la dejó atrás, como a un mal sueño.
El caso es que la muchacha tenía uno de esos nombres modernos que parecían ser la combinación mal ensamblada de dos o más nombres distintos, preferiblemente húngaros o macedónicos: Yulespikatrina, o algo por el estilo.
No era la primera vez que a Rodrigo le pasaba algo parecido: en la disco, las chicas de ahora parecían haber trasladado hasta sus nombres su natural predisposición a vestirse estrambóticamente. Y en Facebook tal parecía que había que dominar el chino para entender algunos de los nombres que se ponían las usuarias.
Y si había algo que no soportaba Rodrigo, un tipo medio chapado a la antigua, eran esos nombres medio inventados.
¿Qué de malo tenía llamarse Sofía, Carmen. Margarita, o María Luisa? se decía.
Antes parecía haber algún tipo de relación entre el nombre y la personalidad de su usuario. Y eso era mucho más fácil de detectar cuando más o menos todo el mundo barajaba nombres más convencionales.
¿Alguien recuerda de sus años de estudios a alguna Migdalia o alguna Mercedes que no fuera estudiosa, bastante religiosa y, a fin de cuentas, bastante aburrida también?
Y si por casualidad eran medio fiesteras, casi seguramente preferían que las llamaran Millie, Meche o algo por el estilo.
El punto es que, bajo esas reglas, cualquier aspirante a casanova nocturno, como Rodrigo, por lo menos sabía de antemano a qué atenerse.
Pero con nombrecitos como Yuleisy, Chainaliz  o Ekaneilee, resulta imposible deducir una cosa o la otra... aunque sólo fuera por la sencilla razón de que resultaría difícil encontrar a más de una persona que se llamara de la misma manera.
En fin, tan atribulado iba Rodrigo por estos pensamientos que ni siquiera se dio cuenta cuando una patrulla policíaca le puso la sirena y le mandó a detenerse.
Una mujer policía de buen porte se le acercó a la ventanilla y con una voz profunda y sensual le dijo: “Su licencia y la del vehículo, por favor”.
“¿Me puede decir su nombre, oficial?” le preguntó él.
Ella respondió que se llamaba Sonia.
 Rodrigo extendió las manos para que, si así quería hacerlo, Sonia le pusiera las esposas allí mismo.
La ñapa
Las listas están de moda... o más bien siempre han estado de moda en las páginas femeninas, según parece. Esos artículos titulados '10 formas de decirle que te interesa', o '15 consejitos para una nueva mamá', atraen como la miel las miradas de las féminas... y las no tan féminas también.
Por ejemplo, mi mirada quedó atrapada los otros días, por el título que leía 'Diez razones científicas para tener sexo' y, después de leerlo, me quedé lelo, absorto y algo turulato también. Como suelo quedar después de leer este tipo de artículo.
Mi reacción básica: Si te hacen falta razones científicas para tener sexo, entonces vas a tener sexo por las razones equivocadas'... a menos que seas un mono en un laboratorio, me imagino yo.
Aunque, ahora que lo pienso bien, la lista en cuestión sí provee varios acercamientos ingeniosos al arte de ofrecerle entrar en contacto sexual a alguna compañera. '¿Quieres quemar calorías un ratito conmigo?'
La súperñapa
Otro título que le estremece el alma a uno: 'No se ama con el corazón'.
¿Cómo? ¿Ahora es que se dan cuenta?

romeomareo@elnuevodia.com

 

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